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Sobre escribir en español y el cosmopolitismo


Además de formar el título de este blog, el español va a ser la atmósfera en la cual se formarán las experiencias que se van a tratar acá. Entonces debo practicar expresarme en este idioma, y a partir de no haber nadie con quien pudiera hablar, voy a escribir.

Sin embargo, escribir en español tiene cierto riesgo para mí: no sé la historia de las connotaciones de cada palabra que uso (incluso del mismo título, la historia de "mina" no sabía), y mis errores no están por encima de los gramaticales. No he leído lo suficiente de la literatura hispana, pero junto a lo que leo, lo que escribo suena a nada más que pensamientos ingleses disfrazados por palabras españolas.

A pesar de todo esto, voy a practicar expresarme en español acá, aunque haya errores y frases desmañadas.

Otra razón para arriesgar tanto es que me encanta escribir, y quizá tontamente quiero poder escribir con la misma expresividad con la que escriben quienes se crecieron hablando el idioma. Es un reto como nunca he enfrentado, pero me enseña que mientras el sed de palabras va más allá del idioma, las palabras tienen historias que no se pueden traducir.

De momento, uso palabras españolas pensando en las historias de palabras inglesas. Entonces, sin duda debo seguir leyendo la literatura hispana, donde se escriben tales historias. Pero también se escriben por quienes no publican nada, quienes cantan, quienes viven con este idioma y aun, sostendría, quienes todavía aprendiéndolo como segundo idioma. No es decir que puedo cambiar el significado de una palabra, sino cada vez la uso (de manera adecuada), es como escuchar lo que puede significar de su propia boca, además de lo que me enseña la literatura. Escribir es una manera de entrar en la historia de una palabra.

Se basa esta noción mía de historias intraducibles en la idea de que el lenguaje solo imperfectamente puede expresar la realidad, y mientras las palabras sí pueden señalar al mismo concepto da igual al idioma, no son iguales a lo que señalan (aunque me parece así en inglés). En cambio solo expresan percepciones, o historias de percepciones, del concepto. Se recorrió esta idea en un poema bilingüe que escribí este invierno pasado, que se comparte en esta foto:

Volviendo al asunto de riesgo, una razón menos obvia es que escribo en español para mostrar que puedo. Es verdadero, quiero parecer cosmopolita, "desatada" del inglés y de la manera inglesa de pensar. Sin embargo, me pregunto sobre este intento, o más ampliamente el cosmopolitismo, la idea de ser libre de ataduras locales como si tal libertad te hiciera más sofisticada y sabia. ¿De dónde proviene, no solamente el intento de construir la imagen de saber varias lenguas y culturas, sino las percepciones del prestigio o de la pretenciosidad que le acompañan?

En clase, diríamos que el cosmopolitismo proviene de una consciencia creciente de una sociedad global, la cual les atribuimos al orden neoliberal, a los medios y la tecnología, y cómo nos hacen sentir conectados a todo el planeta (aunque gran parte de nosotros, refiriendo a los estadounidenses de clase media, no somos conscientes de la mayoría de estas conexiones — estoy pensando en la subcontratación, sino hay más). Tal consciencia se expresa de manera llamativa en esta canción por Ana Tijoux con la actuación de Shadia Mansour, en la que se declara una identidad transnacional basada en resistencia y opresiones compartidas.

Aun así, que tener relación alguna a lo transnacional confiera prestigio, o que sea deseable parecer como "ciudadanos globales" que se mueven con fluidez entre varias culturas, me pregunto de dónde provienen esta idea. ¿Tenemos una opinión tan alta del mundo? ¿Creemos que lo global se puede comprimir dentro de nuestras imágenes?

A partir de esta noción surge la pretenciosidad. Quizá el título de mi segundo área de concentración, "Estudios Globales", parece expresar algo así: que el mundo en toda su complejidad sea cosa que se puede estudiar y entender de la manera que se entiende cómo funciona un reloj. Las clases que he tomado no presumen así, afortunadamente; se enfocan en casos específicos para dar un poco de claridad a la tormenta de procesos globales.

Yo diría que la pretenciosidad no radica en querer entender mejor lo que pasa en el mundo, sino en cuando saber se convierte más en un vehículo al prestigio que una senda de ahondar el conocimiento. Para mí, es una cuestión de lo que significa saber, en torno a la historia, al idioma, o una cultura: poder contenerlo en tus manos para mostrar con orgullo lo mucho que sabés, o reconocer que siempre habrá cosas que no se pueden entender, cosas que te van a sorprender, y preguntas que no se pueden contestar — y seguir buscar contestas.

Se aplica en el aprendizaje mío del español: no hay punto definido en el que, cuando lo alcanzo, sabré todas las connotaciones y escribiré cómo puedo en inglés. Siempre voy a buscar definiciones o tropezar con frases y palabras que no tiene la connotación que creía que tenía.

Se aplica también en mis viajes este verano, cuando el cosmopolitismo conlleva despreciar lo local. Se implica que las personas que no viajan sufran por quedarse, que haya alguna verdad que sólo se puede encontrar en travesía. He estado culpable de pensar así cuando he soñado en viajar, en salir de lo familiar y baladí, lo que me ha rodeado toda mi vida, para encontrarme con lo nuevo y maravilloso que debe haber allá, si pudiera atravesar el mar para encontrarlo. Pues, recientemente leí un artículo que aborda este tema, y mientras tiene un tono bastante agresivo (por razones sólo compartidas al fin), además de enseñarme algunas expresiones... nuevas, tiene ideas convincentes.

Básicamente, critica la noción de que te vayas a encontrar por viajar. No me hace pensar que viajar no te puede enseñar, o que nunca te cambia, pero me invita desechar la noción de que saldría de Argentina más cultivada por "saber" la cultura, más cosmopolita. Voy a aprender, pero este en sí mismo no me va a cambiar, mucho menos darme algún tipo de pericia. Al revés, ojalá salir sabiendo que dentro de lo que habrá encontrado, hay historias que no se pueden ver a primera vista.

Nota sobre la primera foto: la tomé hace algunos días en San José, CA, la ciudad donde me crecí. La quería compartir porque el crepúsculo parece dominante en el discurso fotográfico de estudiar en el extranjero, como si sólo allá haya bellos crepúsculos.

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